Friday, March 23, 2018

Fatuidad y arrogancia: Sobre la destrucción del reactor sirio, ¿qué tal un poco de modestia, señores? - Alex Fishman - Ynet



Nuestros miedos se han cumplido. Parece que la historia del ataque israelí contra Deir ez-Zor va a dejar atrás una pila de barro: manchas, chismes y acusaciones mutuas.

En un solo día, el ataque se convirtió en la versión moderna de la legendaria nave Altalena. De repente, años después, todos dicen haber estado allí. Todos ofrecieron consejos, todos planearon, todos se sentaron en el "cabina del piloto", todos sabían y le dijeron algo a quien tenía que decidir. No hubo ni un solo momento este miércoles donde no escuchara la palabra "yo": dije, decidí, estaba en la casa del primer ministro, me enviaron, era el único que sabía que todo el mundo estaba equivocado . Todo fue yo, yo y yo

Afortunadamente, el festival del ego que tuvo lugar este miércoles fue momentáneamente interrumpido por el ex director del Mossad Tamir Pardo, quien nos recordó que el emperador no llevaba ropa. Porque el asunto Deir ez-Zor fue, antes que nada, un fiasco de inteligencia.

Las personas que estaban a cargo de la información de inteligencia, la que tenía que proporcionar las advertencias, las personas que se suponía que debían evitar una situación en la que Israel se enfrentaría a una amenaza existencial, esa gente falló. Y esos eran más o menos los altos cargos del Estado Mayor que habían sido responsables del colosal "éxito" en la Segunda Guerra del Líbano, bajo el mismo primer ministro Olmert.

El espectáculo del miércoles fue una oportunidad para rehabilitarse para todos aquellos que no se sintieron particularmente halagados por los resultados de las comisiones de investigación legales y profesionales sobre la guerra del Líbano, recibiendo una porción del pastel de crédito.

El Estado de Israel invirtió una fortuna en inteligencia, agentes, satélites. Todas las divisiones sirias fueron inspeccionadas microscópicamente. Pero no sabían nada sobre un proyecto nuclear que se estaba construyendo en Siria durante seis años, con ayuda externa.

Hoy, todos dicen que sabían, que sospechaban, que comenzaron a verificar en el 2004. Tonterías. Accidentalmente tropezaron con los norcoreanos. Si no fuera por la división de inteligencia del Mossad, que ejecutó una serie de operaciones que en su mayoría no tuvieron éxito, y logró traer una información de oro en el último momento, hoy estaríamos lidiando con un reactor nuclear sirio.

Así que practiquen un poco la modestia, señores: políticos, generales retirados, diputados y el resto de las personas que conocieron el secreto y ahora están devorando el crédito.

La censura jugó un papel instrumental en esta historia. Cuando hace dos años se hizo un llamamiento al Tribunal Superior de Justicia para que pudieran conceder unas entrevistas el ex primer ministro Ehud Olmert y el fallecido director del Mossad, Meir Dagan, para el canal 10, el censor militar se enfrentó a un dilema. El Tribunal Superior acordó mantener la orden de silencio, pero recomendó analizar la posibilidad de borrar algunas partes del asunto para su publicación.

La censura militar se tomó su tiempo, y cuando los funcionarios a cargo de la confidencialidad en los sistemas de seguridad afirmaron que ya no existía una amenaza para su publicación, se decidió en noviembre de 2017 hacerla posible. La implementación de esta decisión se pospuso también bajo diferentes excusas, principalmente por eventos operacionales en el norte que la publicación podría haber exacerbado. El libro de Olmert también esperó la aprobación de su publicación.

Contrariamente a las afirmaciones hechas por los miembros de la Knesset, los secretos relacionados con la operación que el establishment de defensa desea mantener confidenciales no han sido revelados hasta ahora, pero todo el asunto sí infligió daños a la sociedad israelí.

El ministro de Defensa, Avigdor Lieberman, actualmente en viaje a África, dijo el miércoles que lamentaba haber permitido que la censura dejara divulgar la historia. Tenía toda la razón, pensando sobre todo en términos de disuasión con respecto a los iraníes y en términos de moral antes de la 70 celebración del Día de la Independencia del Estado de Israel. Simplemente no consideró el hecho de que Israel, tal como lo definió una vez el legendario comandante de la Fuerza Aérea Benny Peled, no es un Estado sino un pequeño pueblo remoto de Europa del Este. Es solo en un shtetl donde un evento con tan importantes implicaciones nacionales, operativas y de disuasión puede convertirse en una oportunidad para saldar pequeñas cuentas y expresar tanto odio.

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